Era una soleada de primavera en España. Nos quedamos en la casa mis amigas Marta, Sonia y Lucía. Ellas son todo un chiste y tienen muchas historias que contar, pero ya eso es para otro día. En su casa tienen un pequeño patio, y el árbol más frondoso y bello que tienen es de naranja y está en el mismísimo medio del patio. Nos levantamos después de un largo viaje y lo primero que hicimos fue recojer naranjas para el desayuno.
Una vez todas en la mesa, empezamos a pelar las naranjas. Recuerdo la primera vez que hice eso. De niña mi padre solía hacer ese trabajo por mí. Nos sentábamos en el piso del balcón en las calurosas tardes de verano a comer naranjas y compartir en familia. Yo, como era muy pequeña y no me dejaban utilizar cuchillos - mi madre se volvía histérica si me veía con uno en mano- pues me entregaban la naranja ya pelada y cortada.
Miraba a mi padre como todo un gran sabio. Para mí era toda una ciencia. Pero yo lo veía con mucha atención. Cómo pasaba el cuchillo con mucho cuidado sobre la superficie de la naranja y con ligereza y delicadamente deslizaba el cuchillo alrededor de la naranja sin que se llevara parte de la cáscara blanca y la pulpa quedase intacta. Lo admiraba.
Un día había un paquete enorme de naranjas. Yo quería comer una, pero no tenía quien pudiese descascara una para que yo pudiese saborear esa deliciosa fruta. Pero me animé. Tomé un cuchillo, no importando lo que mi madre dijera - "No utilices ese cuchillo, te puedes cortar"-. Me tardé alrededor de unos 15 minutos en pelar esa naranja. Pero lo logré yo solita. Era una pequeña muestra de mi independencia, de que puedo tomar riesgos y enfrentarlos. El sabor de esa naranja fue el más dulce y sabroso de mi vida.
Hoy me doy cuenta lo lejos que he llegado. Y le estoy enseñando a Lulú como hacer ese proceso, porque realmente era toco un desastre pelando naranjas, y un peligro para ella misma. Todas nos reímos y contamos de nuestras anécdotas.
Lucía rompió con el tema ya establecido y me pregunta : "A ver Ame, nos alegra mucho tenerte aquí, pero... qué realmente te trae por acá. Vamos a ser honestas, te noto un poco triste". Lulú la miró, y parace haberle contado todo con la mirada. Terminé por decirles que era lo que realmente me sucedía.
Sonia, a quien veo como una persona muy sabia, me dijo,"No tengas miedo Amé. Piensas mucho las cosas, y te complicas demasiado. Tu muy bien sabes que no lo quieres, si no que lo amas. Date un chance y sé feliz". Me costó un poco asimilar esas palabras. Pero terminé por comprender que eran ciertas cada una de ellas. Creo que en esta vida aveces hay que arriesgarse. Aveces pienso que la niña que un día fui tenía menos miedo. Quisiera ser como ella, quisiera vivir así. Sé muy bien que parte de ella aún vive en mí.
"La posibilidad de que un sueño se haga realidad, es lo que hace la vida interesante"
Cancion para ser escuchada: "Happy" - Leona Lewis
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