Fue una noche como cualquier otra. A la distancia esuchaba una voz cantando al son de una guitarra en plena oscuridad. Me levanto de mi cama para buscar de donde viene ese dulce sonido. Camino con la triste luz de una vela por la penumbra del corredor. En la sala, allí se encontraba, entre cortinas blancas movidas por las caricias del viento, bajo la luz de la luna, sí allí estaba un desconocido que me abrazó mientras cantaba. Sentí como si lo conociera de algún momento, de alguna otra parte, tal vez otra vida. Este no es Jean, no canta igual, no tiene lo brazos tan fuertes. ¿Pero quien es este desconocido? No puedo ver su rostro. Ay mientras cantaba su dulce canción me llevaba de nuevo a mi cama. Me arropó, me besó y desapareció. ¡NO te vayas!... ¡No te...!
Desperté pensando en ese sueño tan raro. Me dí cuenta que era domingo en la mañana. Un bello domingo de verano. Ese fue el sueño antes de llegara una parte de mi pasado. Y eso me lleva a algo que mi padre siempre dice: "Las primeras impresiones son muy importantes". Pensando en eso todo el día, llegamos a la casa de campo, donde vive mi yaya (abuela). Me encanta esa casa rodeada de jardines, rosas, flores de lavanda... ¡Un rico olor! Un olor que me lleva a muchas partes de mi niñez.
Mientras estaba en la biblioteca de la casa, escucho que en el balcón gritan mi nombre. Parece que me aclaman con mucha urgencia. Me asomo por la venta, y veo que llegó una familia, que quienes quiera que fueran me conoce y me solicitan. Entre ellos un muchacho más o menos de mi edad. No me quedó más remedio que ir. En el umbra de la entrada principal estaba mi hermana Diana, y me dice - Amélie... mira a ese muchacho, ¿no te acuerdas de él? Te anda buscando por todas partes.- En realidad no sabía quien era. Pero allí se encontraba su madre, su padre, y su hermanito. Me tocó saludar a todos, cuando vi a su madre me acordé de todos ellos. Mamá me dijo:" Amélie ¿No te acuerdas de Edith y Elliot?" En ese momento tuve una pequeña epifanía. Aquel muchacho era un viejo amigo. Si, ahora con el olor de las flores recuerdo haber estado aquí con él antes. Saludo a Edith, a Francois (el padre), y cuando me tocó saludar a Elliot, más que un abrazo me dió un apretón.
Pero el olor de la lavanda, el perfume de Elliot, su abrazo, me hizo recordar el chico del sueño. Ese abrazo fue igual de fuerte, igual de intenso, pero esta vez muy real. Sentía como si me quisiera decir algo, algo de hace muchos años. Me hizo hasta olvidar a Jean, pero eso ya es otra historia. En realidad no me quería despegar de él. Pero por cortesía ante los demás lo hice.
¡Cómo pasan los años! Muchas preguntas surgieron en mi mente. ¿Porqué se fue? ¿Por qué no se queda? Si... ¿Por qué no se queda? Amélie tienes a Jean. Ah! Sí... Jean!... Al dialo con Jean!... NO él ha sido bueno contigo, lo vas a ver en un par de hora. No importa!
Elliot dejó una fuerte impresión en mí. Ya veo la importancia de lo que dice mi padre. Esa me marcó. Me hizo recordarlo todos los días, comentarlo en ocasiones. Elliot dejó su huella en mí y a pesar de los años no se borró.
Canción para ser escuchada:"If The Moon Fell Down" - Chase Coy
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