Frecuencia





Nunca había pensado en el poder de las palabras. Palabras, si, palabras. Hay palabras para señalar, palabras para ignorar. Palabras para explicar, otras para confundir; palabras para ilusionar y otras para desilusionar. Palabras para hacer feliz, y otras para hacer llorar. Palabras para construir, palabras para destruir. Pero de todas las palabras que se pueden utilizar en una sola frase, se encuentran dos que unidas suelen ser un conjunto agridulce. “Te”, no de beber si no que sin acento, para señalar a una persona, para hacerla sobre salir. Y “Amo”, de amar o de ser el amo o de poseer. En una sola frase “Te Amo”. ¡Ay! Pero que dolor. Es la frase más sutilmente aniquiladora, devastadora, y vil que se pueda haber creado. Y es que al ser mencionada entra por los oídos, hasta llegar al cerebro y se queda allí como un disco rayado. Se repite y se repite, hasta que de tanto repetirse se comienzan a adormecer tus sentidos y quedas ciego, sordo, mudo y con brutalidad momentánea.

Tal vez suene sínica, sarcástica, o estúpida al referirme así a eso que se llama “el amor”. Pero es porque lo he sentido que les hablo de él. Se siente tan bonito escuchar esa frase. Toda la sangre se sube a tus pómulos y quieres saltar de la alegría. Y así vives, en un mundo como de fantasía, caminando entre las nubes, vestida de una suave seda. Cuando me dijeron eso por primera vez quería gritar lo mismo, escribirlo en todas partes. Era como una enfermedad que se apoderaba de mí y me controlaba. Pero alguien un día vio que aquellas palabras que me envolvían en sus brazos eran mentiras. Y me fueron prohibidas, y la profunda ceguera que me produjeron me impedía ver lo que pasaba. Solo son mentiras, mentiras, mentiras, MENTIRAS repetían los que alguna vez taché de embusteros. Y quería negarlo por el dolor que aquellas palabras producían. Y el disco seguía repitiendo la misma canción en mi mente, pero esta vez con un tono de burlón. Y lloré, porque descubrí que las rosas tienen espinas, y me hirieron. Me hirieron porque dejé que me hirieran, por descubrir lo que las hacen tan bellas. ¡Estúpida curiosidad ingenua! Y me costó trabajo borrarlas y arrancarlas de las paredes a aquellas palabras. Y me fui volviendo piedra, a prueba de espinas.

Si las vuelvo a escuchar, simplemente rebotan y se vuelven eco en el aire. Como si fuesen solo el viento. Pero quisiera volverlas a escuchar aunque sea solo un momento para poder sentir lo que sentía. Algún día vendrá alguien con palabras lo suficientemente poderosas que pueda romper esta capa dura que me rodea. Pero esta vez tendré cuidado al pronunciarlas y la esperanza de que sean verdaderas. Y sé que dicen, pero es que ella es masoquista, pero si muero de algo, que sea de amor, porque solo con él la vida algo más que vida. La vida es un placer, y un camino que aunque con espinas y tropiezos todo parece ser bello. Porque como el día cuando atardece, así me siento yo. Entre la luz y la oscuridad, entre el calor y el frio. En el medio. Pero aún estando en el medio, queda la esperanza de un nuevo y mejor día.

Canción para ser escuchada: "Chasing Pavements"- Adele

"Cosmic Love" – Florence and the Machine