El arte de encontrarte


Foto: Brendan Ó Sé. "Busan Museum of Art, Busan South Korea"

Nunca había sentido el peso de la realidad hasta que me besó en la frente mientras dormía. Segundos después escuché la puerta cerrarse. Esta vez era definitivo. Él se marchaba porque así es el ciclo de la vida. Hay que dejar que los pajaritos vuelen por su cuenta y exploren nuevos lugares. No se fijó que me hacía la dormida porque verlo partir me haría arrepentirme de querer quedarme. Era más fácil así. Tan pronto se fue, solo quedamos la oscuridad, las voces de la radio y yo. Siempre me imaginé viviendo sola en esta ciudad, pero en los sueños todo perece más fácil de lo que realmente es. Nunca pensé que veintiún años de vida cabrían en dos maletas y una mochila. Y eso es lo triste. Es imposible llevar toda una vida en tan pequeño espacio. Por esa y muchas otras razones, inevitablemente dejé cosas atrás. 
Han pasado tres años y aún entro en estado de nostalgia. Recuerdo la primera vez que regresé a mi hogar luego de mucho tiempo afuera. Yo tenía la esperanza de que todo siguiera tal y como lo dejé. No pasó mucho tiempo hasta darme cuenta de lo equivocada que estaba. Mi cuarto había cambiado, para bien, pero había cambiado. Mis amigos contaban miles de historias de las cuales yo no era parte. Sonaban divertidísimas pero yo tan solo era una espectadora. Chistes internos, secretos a voces, cruces de miradas. Jamás me había sentido tan perdida en un lugar tan conocido.  Y allí estabas, sentado al extremo de la mesa, contándole a todos que lo de nosotros no pudo ser. Que por alguna razón ya no hablábamos. ¿Te acuerdas? Quizás con esta carta entiendas el porqué, y sé que en poco tiempo te darás cuenta que fue lo mejor.
Se dice muchas cosas del amor a la distancia. La mayoría sumamente negativas. Aún así soy de las que creo que tal cosa, aunque raro es el caso, se puede dar. Se puede dar cuando el amor es maduro, cuando las dos personas se conocen bien, cuando ambas personas están dispuestas a evitar enamorarse de alguien más para concentrarse en alguien que no se ve. Es renunciar a las caricias, a los besos, a los momentos que hacen crecer el afecto y conformarse con llamadas, mensajes, y citas por videochat. Y yo, querido Armando, sabía que lo que compartíamos no podría sobrevivir a todo eso. Imagínate, hay parejas que llevan años juntos que terminan por separarse. Por más amor que exista, es difícil tener una pareja que más que pareja parece un operador de servicio al cliente –a veces te ayudan y son serviciales, y otras veces te hacen la vida de cuadritos con su agresividad pasiva-. No estaba dispuesta a eso,  y sería muy egoísta de ambas partes forzar algo tan frágil. Más aún sería masoquismo, pues la distancia es una asesina y el tiempo es su cómplice.
Verás querido Armando, que cuando mi padre cerró la puerta la cerró para que yo abriera una nueva.  Han sido tres años en los que he aprendido a conocer lo que es “la vida de adultos” y ser “independiente”. Sobre todo, he aprendido a conocerme a mí misma y a disfrutar de mi soledad. Porque no es malo estar sola o solo. Solamente cuando se aprende a estar solo, se puede apreciar una buena compañía.  
Justo en ese instante en que decidiste contarles a todos lo raro que te sentías con mi presencia en el restaurant, me di cuenta de lo ilusa que fui al pensar que todo seguiría igual. Sin darme cuenta todo era distinto. Mi vida y la parte de ella que dejé atrás son dos mundos paralelos que solamente convergen en el lugar al cual llamo hogar. Antes me sentía una extraña en este lugar, ahora soy una extraña en el lugar donde crecí. Mi vida se define en millas de vuelo. Al fin y al cabo siempre lo soñé así. Jamás pensé que vivir en el limbo sería una de las consecuencias, pero no cambiaría nada de lo que hasta ahora he vivido.
Y al escuchar las voces en la radio se cerraban mis ojos lentamente mientras todo lo extraño se hacía rutina y lo conocido se volvía cuadros que cuelgan en el museo de mi memoria. Y en uno de ellos estás tú.
A Armando: Porque “para amistad o algo más, solo el tiempo lo dirá”.Porque las cosas no se fuerzan, solo son. Gracias por encontrarme, y por ayudarme a encontrarme. 
 A Urbicio: Porque de la soledad también se aprende que realmente no estás solo.


Canción para ser escuchada: “Full Colours”- Cats onTrees.